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Contexto

A EEUU y al Gobierno hondureño les conviene sostener que las maras y pandillas son las responsables de la violencia

Posted On Martes, 08 Noviembre 2016 08:17 Written by
Estados Unidos lidera la criminalización de las juventudes y le conviene que se crea que las maras y pandillas son las responsables de la violencia en Honduras Estados Unidos lidera la criminalización de las juventudes y le conviene que se crea que las maras y pandillas son las responsables de la violencia en Honduras Foto: http://www.holaciudad.com/

Ocultar las verdaderas causas de la violencia en Honduras  y ponerla sobre las espaldas de las juventudes es una estrategia norteamericana con la sumisión del gobierno de turno para implementarla, colocando a las maras y pandillas como el centro de la responsabilidad , lo que trae estigma y discriminación contra los y las jóvenes que mueren a montones todos los días en Honduras. Esa es parte de las conclusiones a que ha llegado el estudio “Maras y Violencia: Estado del Arte de las maras y pandilla en Honduras”, realizado por el investigador Tomás Andino y presentado por la Fundación Friedrich Ebert, FES,  en Tegucigalpa el pasado 01 de noviembre.

Honduras ha sido a lo largo de la historia el patio trasero de los Estados Unidos. La intervención norteamericana que lacera la soberanía nacional llega a extremos como este de decidir sobre las políticas criminales del Estado en relación a la represión de los jóvenes en Honduras.

De acuerdo a otra de las conclusiones del estudio hay interés que se mantenga un mito sobre las maras y pandillas para justificar un aumento estratosférico de los presupuestos militares y policiales para no afectar el negocio de la seguridad porque hay grupos de interés para que este tema se mantenga vigente y que cause terror y preocupación en la ciudadanía.

Manejan el tema de maras y pandillas colocando a los jóvenes como culpables de la violencia

jennifer tomas

Tomás Andino(izquierda), responsable de la investigación  y Jennifer Erazo (derecha), Coordinadora de la FES.

Jennifer Erazo, Coordinadora de la FES manifestó que  esta organización llevó a cabo esta investigación porque “nos empezamos a dar cuenta que el tema de las maras volvió a resurgir como aquel actor violento culpable de todos los males del país”.

Señaló que el tema de las migraciones de jóvenes , niños y niñas es un factor clave para que  a partir de allí los Estados Unidos asigne a través de la Estrategia del Plan de Alianza para la Prosperidad “ese montón de plata de para detener el tema de migración a su país y colocar a las maras y pandillas en el centro de su política”.

Reflexionó que las políticas que se han impulsado  los gobiernos al mando del país del norte para abordar el tema de maras y pandillas es básicamente es equivocada y conlleva más violencia en el país, “la represión y la mano dura no ha funcionado porque es una espiral que genera más violencia, con este estudio queremos proponer alternativas con mayor participación de la academia , hacer una propuesta  tomando como fundamento los derechos humanos para hacer el contrapeso al Plan de Alianza para la prosperidad”.

Erazo cuestionó que es  bastante cómodo criminalizar a la juventud y colocarlos como que “ son mareros  los culpables de todos nuestros males, pero quienes  más nos ha hecho daño son las élites económicas y políticas que nos han gobernado y no estos jóvenes que son producto de la exclusión social y de un modelo que da pocas probabilidades de vivir dignamente, en pocas palabras no hay democracia, por lo que se deben implementar medidas que en realidad  ayuden a resolver el problema “.

Por su parte Tomás Andino, responsable de la investigación dijo que la situación no coincide con el discurso público mediático sobre los responsables de homicidios y señalan que son las maras y pandillas las responsables.

“No todos los capturados son  jóvenes de maras y pandillas sino que algunos fueron detenidos en las esquinas porque andaban tatuados y paralelamente a ello la mayor parte de los jóvenes que mueren son pandilleros y es ilógico pensar que se están matando entre sí”.

Agregó que las pandillas tienen como centro de su actividad proteger sus negocios y no la confrontación con otra pandilla.

Coincidió con Erazo en el sentido de que las políticas antimaras obedecen a las prioridades del gobierno norteamericano , “hay una intervención  norteamericana muy visible para cazar jóvenes pandilleros y una tendencia de endurecer la Ley antimaras  a través de reformas al artículo 332 a pesar que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH ha dicho que debe derogarse”

Expresó que para realizar la investigación se encontró con un muro de ocultamiento de la información que pudiera ser premeditado, “hay falta de fuentes de información o  es muy escasa y desactualizada, asimismo hay sesgos en la información y procesamiento no adecuado porque se abandonan los registros o se mezclan con otras problemáticas que oscurecen el problema”.

Aunque se tropezó con esas limitantes destacó que a través de dicha investigación se aborda un problema sobre el cual ha habido silencio de la academia, “necesitamos un abordaje sicológico, antropológico, histórico,  donde participen las mismas personas de las que se está hablando”.

Denunció que hay interés que se mantenga un mito sobre las maras y pandillas para justificar un aumento estratosférico de los presupuestos militares y policiales y nada de dinero para la solución del problema, “ porque acabándose el problema se acaban las armas y se acaba el negocio de la seguridad, hay grupos de interés para que este tema se mantenga vigente y que cause terror y preocupación en la ciudadanía”

Las “maras en la mira”

El estudio “Maras y Violencia: Estado del Arte de las maras y pandilla en Honduras” destaca que las maras fueron percibidas entre 1999 a 2009 como la expresión más espectacular de la violencia de jóvenes en Honduras, solo sustituida después por la violencia política en el marco del golpe de Estado de 2009 y actualmente por la violencia vinculada al narcotráfico.

Esta violencia fue magnificada por los medios de comunicación para un público ciertamente aterrorizado, se llegó a afirmar que las “maras” eran  responsables del 60 por ciento de la criminalidad de ese entonces, cifras por demás exageradas, que con el tiempo cayeron por su propio peso.

“Creyéndose justificados en su suposición, en 1998 se inició una práctica de exterminio masivo de jóvenes vinculados presuntamente a estas agrupaciones, por parte de escuadrones de la muertes (vigilantismo) que desde 1998 hasta el mes de octubre de 2015, ha cobrado la vida a 10 mil 820 jóvenes menores de 23 años de edad. Solo en el período de este estudio fueron asesinados más de 7 mil 633 jóvenes, presuntos delincuentes o “mareros”, lo que equivale al 15 por ciento del total de homicidios en Honduras en el mismo período , convirtiéndose tal práctica en parte del problema y no de la solución”.

El genocidio de que fueron víctimas obligó a las maras a replegarse a las ciudades del interior, exiliarse, vivir escondidos , y en general, modificar su modus operandi, bajo nuevos hábitos  como no ostentar públicamente su identidad pandillera (tirar barrio), no tatuarse, ni caminar de forma característica, entre otras. Tanto fue su retraimiento que por un tiempo (Aproximadamente entre 2006 y 2009), las maras casi desaparecieron de los barrios y ciudades donde una vez fueron operáticos, agrega el estudio.

¿Se está subregistrando la actividad homicida de las pandilla?

En esa investigación se describe que “por la información expuesta, basada en cifras oficiales, estaríamos tentados a concluir que la violencia pandillera se ha reducido a la mínima expresión, pues no habrá manera de argumentar con esos números que las pandillas son, por sí mismas, las principales causantes  de los homicidios en Honduras…”

Andino presentó cifras del estudio donde se visualiza que la curva más elevada es la de los delitos cuya causa es desconocida, siguiéndole el sicariato, las riñas interpersonales y el robo por delincuencia común.

Vea Investigación completa Aquí

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El medio surge para ayudar a los periodistas, trabajadores de los medios de comunicación y los grupos vulnerables de Honduras (jóvenes, mujeres, indígenas y personas LGBTI) a ejercer su libertad de expresión y documentar los abusos de derechos humanos.

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