El crimen como un recurso de la élite de poder para lograr sus despojos, se demuestra con el caso de Berta Cáceres, la que fue asesinada el tres de marzo del presente año, sin que los autores intelectuales del delito se les haya formulado cargo alguno. La combinación de ejecutivos de la empresa DESA -propiedad del clan Faraj Atala- asociados con militares, entre ellos un mayor del ejército, instructor de la tenebrosa Policial Militar; es un indicador de la complicidad del estado con los asesinos, señalaron Organización Fraternal Negra Hondureña, OFRANEH y la Plataforma del Movimiento Social y Popular de Honduras, PMSPH, en un comunicado emitido.