Alvarado enfrenta una condena de un año y cuatro meses de prisión, inhabilitación del ejercicio del periodismo y otros derechos, desde el 09 de diciembre de 2013. Logró conmutar la pena de prisión en mayo anterior y con ello se extinguían las penas accesorias, pero la Corte de Apelaciones decidió que debía suspendérsele de la profesión por ese mismo tiempo. Eso hizo que se le solicitara medidas cautelares ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH, la cual fue otorgada el 05 de noviembre de 2014, la que estipula que el Estado de Honduras debe suspender la ejecución de la sentencia mientras ese organismo internacional decide sobre la admisibilidad del caso.
Sin embargo el Estado de Honduras a través del Juzgado de Ejecución procedió a aplicar la sentencia desconociendo la medida cautelar y un compromiso para iniciar su cumplimiento realizado por el Procurador General de la República el pasado 21 de octubre en una Audiencia de Trabajo en Washington en la sede de la CIDH con la presencia de las peticionarias.
Pero hasta la fecha y después de dicho compromiso en las instituciones del Estado se tiran la pelota para evadir cumplir con el convenio internacional que destaca que Honduras respeta las decisiones de la CIDH y ahora lo que invocan es la independencia judicial.
Periodista expulsado del noticiero
Desde un funcionario judicial hasta policía que acompañó a un segundo, fue la presión que utilizó el Juzgado de Ejecución desde el 29 de octubre recién pasado para expulsarlo de la profesión.
Los periodistas Víctor Rodríguez y Sadí Flores transmiten el Programa Noticiero Mi Nación con una silla vacía a la par que tiene la fotografía de Julio Ernesto Alvarado y la denuncia que fue suspendido de la profesión. |
Desde el lunes 02 de octubre los periodistas Víctor Rodríguez y Sadí Flores transmiten el Noticiero Mi Nación y tienen una silla donde debería estar Alvarado que transmite desde ese programa desde que saliera al aire GloboTV.
La silla vacía ha sido tomada como ejemplo emulando las demandas de Pen Internacional que coloca una silla vacía para representar la ausencia de escritores asesinados, perseguidos o encarcelados.
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