Hasta la fecha 64 periodistas han sido asesinados, de estos crímenes un 95% se encuentran en total impunidad; las alertas de agresiones van en aumento, especialmente las de comunicadores y comunicadoras que cubren protestas populares, tales violaciones son ejecutadas por los cuerpos represores del Estado; policías y militares.
Periodistas mujeres se manifestaron enfrente de Casa de Gobierno y fueron golpeadas en el 2011 en el gobierno de Porfirio Lobo Sosa, pero no han encontrado justicia todavía. Foto: conexihon.hn |
Los diferentes tipos de violencia que practican los uniformados varían si son hombres o mujeres periodistas, cuando se trata del género femenino van desde la agresión psicológica elevando el nivel a los empujones y a grandes golpizas que las mandan a emergencia de los hospitales, como ejemplo, el cruel ataque seguido de torturas que sufrió la periodista Dunia Montoya, salvajemente golpeada el 01 de septiembre del 2015, tales fueron los golpes que tuvo que ser hospitalizada e intervenida quirúrgicamente.
No así, menos peligrosa la estigmatización de las periodistas que no trabajan en medios corporativos o que tienen una clara línea impuesta, para la defender el sistema actual.
Las frases con un alto contenido de ofuscación con el ánimo de humillar y minimizar a las comunicadoras, el uso del lenguaje patriarcal que asigna labores específicas de “las mujeres”; las lesiones y torturas, están a la orden del día en las actuaciones de los “machos uniformados” que en ocasiones descargan su furia sobre los cuerpos femeninos.
Brutalidad psicológica
Para la periodista Eleana Borjas Coello, corresponsal de Radio Progreso, en Tegucigalpa, al narrar su experiencia en la cobertura de las manifestaciones, su mirada se pierde y con dificultad pronunció “es difícil”, al traer a la mente “se siente miedo, pero es lo que hace que uno tenga más cuidado”; ya que en la mayoría de las veces la hace sentir que está en medio de un campo de batalla o en una enorme cámara de gas. Ella ejerce esta digna carrera desde hace siete años.
Muchos periodistas tienen que sufrir la estigmatización a la que son sometidos por laborar en medios radiales, televisivos, escritos y digitales que no pertenecen al grupo llamado “corporativos o alineados al gobierno de turno”; porque se “observa un ambiente de camarería entre ellos y los policías y militares, les brindan rápidamente las entrevistas”, mientras que a los demás “o se las niegan o se las dan cuando quieren y de mala gana” expresó Borjas.
Las razones que impulsan a los uniformados a actuar de manera agresiva contra las y los periodistas “no alineados”, es porque “medios como Globo Tv a la que no le han resuelto su petición de renovación de frecuencia y está fuera del aire, Radio Globo, Radio Progreso, medios digitales como pasosdeanimalgrande.com , entre otros, somos medios que denunciamos día a día las arbitrariedades que comete el gobierno, los abusos de autoridad y la represión hacia la ciudadanía”.
Consideró que hablar de represión no solo son los golpes y los gases, sino los insultos, la presión psicológica por medio de enunciados verbales que son pronunciados por los jefes de los operativos.
En una de las represiones en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), se acercó un policía al que no le pudieron ver el apellido, porque vestía un chaleco antibalas, “él nos dijo hoy si pudieron tomar fotografías verdad o estaba demasiado bueno el gas, estaba rico”, esto, seguido de una risa burlesca dibujada en el rostro del hombre con el aspecto de “un robot por todo lo que andan encima, me sorprendió que él se acercara a decirnos eso” describió Borjas.
Días después a ese hecho, siempre cubriendo la UNAH, sucedió que en medio de una represión dirigida a los jóvenes universitarios, el jefe policial al verle a Borjas el carnet que la identifica como periodista de un medio, estiró el brazo, lo tomó en sus manos, ejerciendo un nivel considerado de fuerza, halando el cordón de donde pendía la ficha colgada del cuello de la comunicadora, también los policías trataron de arrebatarle el celular donde graba sus entrevistas, eso ocurrió momentos después que los medios corporativos y la prensa internacional abandonó el lugar.
“Ese día la represión fue fuerte, la agresión que percibí fue psicológica, el que mandaba se paseaba en medio de los subalternos ejerciendo también una presión psicológica en los policías, hemos escuchado palabras como “vaya cabrones, hijos de puta no puede ser que unos güiros les puedan a ustedes”, en algún momento tanto que te estén insultando la arremeten contra los muchachos y se llevan de encuentro a la prensa”, indicó la periodista.
Especuló que “me imagino que conocen las caras porque por lo general somos los mismos periodistas”, además, que “por lo general es el mismo oficial el que dirige los contingentes de uniformados”.
Violencia por mujer, periodista y defensora
Otra de las periodistas agredidas en coberturas es Lesly Banegas, también de Radio Progreso, departamento de Yoro, con nueve años de ejercer la profesión.
Comparo las agresiones a periodistas antes y después del golpe de Estado y llegó a la conclusión que “por la impunidad han aumentado, porque ante las denuncias no existe quien nos pueda dar protección, para los que nos dedicamos al ejercicio de informar”.
Banegas mencionó que en varias ocasiones durante el golpe recibió muchas agresiones físicas, en las ciudades de San Pedro Sula y el Progreso; agregó que “las agresiones que he recibido han sido desde palabras, empujones con los escudos, nos tocan con los toletes, nos bajan el celular, las grabadoras, son fuertes, no se deberían de dar, porque nosotras hacemos el trabajo de informar”.
En Honduras la policía y el ejército “cuando saben que es mujer periodista tratan de que no haga la cobertura”, las autoridades tratan de minimizar el trabajo de Banegas por ser mujer refirió que “el último fue el sábado 11 de junio en El Progreso, Yoro, en la represión hacia las personas que se oponen a la construcción de las casetas de peajes”.
Los policías mandaban a la comunicadora a “que buscara casa, que debería de estar en la casa”, “que no debo andar en la calle, que por andar en la calle lo consigo”, por ende, existe una clara invisibilización, discriminación y exclusión del trabajo de Banegas por ser mujer.
Responsabilizó que el origen del maltrato es producto de un sistema machista implementado en la sociedad, los tipos de violencia que sufren contra las mujeres periodistas son verbal, psicológico y físico, al que es sometida cada vez que va a buscar información para su medio de comunicación; reiteró que los juicios de valor de los policías es “que las mujeres debemos estar en las casa y en los espacios privados”.
Declaró que reciben muchas agresiones por género, “nos toca triple por ser mujeres, periodistas y defensoras, por no atender los roles que impone la sociedad, nos agreden por todo eso”.
Banegas sostuvo que las mujeres que trabajan en medios críticos están estigmatizadas, no así, las que pertenecen a los grandes monopolios de medios de comunicación, porque a ellas no las golpean, ni les gritan, “ni las mandan para la casa”.
Periodistas reciben torturas
Alba Mejía |
La defensora de derechos humanos Alba Mejía del Centro de Prevención Tratamiento y Rehabilitación de Víctimas de la Tortura y sus Familiares, (CPTRT), calificó como torturas y tratos crueles lo que hacen los cuerpos de seguridad del Estado en contra de la humanidad de las y los periodistas que cubren las manifestaciones.
Afirmó que el procedimiento a seguir ante las agresiones psicológicas y físicas a las que son sometidos los periodistas por los policías y militares; primero se deben interponer denuncias ante los entes encargados de impartir justicia en el país, sino son atendidas, se procede a las instancias internacionales.
Pero uno de los problemas principales es la falta de institucionalidad, al menos un 96 por ciento de los casos están en la impunidad y el ente que debería proteger a la sociedad de los Abusos a los Derechos Humanos es el Comisionado Nacional de los Derechos Humanos, CONADEH, pero ese rol aún no se decide ejercer.
En cuanto al Ministerio Público su actuación da pena, solamente actúa con diligencia para criminalizar a periodistas, defensores y defensoras de derechos humanos y grupos sociales que demandan derechos.