Gálvez es un comunicador social que tiene varias años de ejercer el periodismo. En algunas ocasiones el decir las cosas tal como son le ha costado una querella, amenazas directas, veladas o por intermediarios, seguimientos y vigilancia a su familia.
La Verdad devorada
El solo hecho de decir la verdad sería motivo para ser devorado sin que nadie pueda hacer nada al respecto. La libertad de expresión aunque no es absoluta, debe ser entendida de la forma más amplia posible, porque la democracia consiste en permitirle al periodista hablar todo lo que piense del funcionario, de su rol como tal, aunque esto le cause molestias al interpelado.
En el departamento de la Paz, suroccidente de Honduras, al parecer, el intimidante poderío de algunos actores políticos de aquel sector ha logrado vulnerar el derecho de acceso a la información de algunos periodistas y su libertad de expresión y lamentan que la influencia de sectores interesados en que no exista ninguna especie de auditoria social influye negativamente en ellos, hasta para obtener recursos con los cuales sostenerse, poniendo en peligro el periodismo de denuncia.
Así lo dejó ver Gilberto Gálvez quien labora para diferentes medios de comunicación en la zona. Él se desplaza por los 19 municipios de la Paz en busca de información, pero le explica a pasosdeanimalgrande.com cómo su trabajo se ve constantemente limitado por las oscuras fuerzas políticas y económicas de la zona que le impiden a través de amenazas verter la información que fluye a manantiales sobre diferentes tópicos que se presentan en su región.
Relató Gálvez que aunque ellos trabajen responsablemente y con toda la documentación de soporte algún caso que afecte directamente a la comunidad, rápidamente son requeridos en los juzgados con alguna querella, utilizando el argumento que sea, por inusual que parezca, pero para las autoridades todo es válido con tal de frenar la investigación, sumado a la interferencia de tipo legal está también la intervención telefónica que les impide hablar con libertad.
Aseguró estar consciente que todo su accionar periodístico está siendo monitoreado constantemente por los sectores señalados de corrupción, estos se lo hacen saber mediante sutiles mensajes intimidatorios, no necesariamente electrónicos, “en ocasiones envían personas que te hacen un comentario o una inocente advertencia como mire tenga cuidado, mejor no toque ese tema, aquí todos nos conocemos no se exponga”.
A estos personajes Gálvez les denomina “orejas pagadas”, según él, no son más que empleados de baja categoría quienes se ponen a la disposición del funcionario para hacer este tipo de trabajos, “sirven de banderillas para alertar como nos estamos moviendo”
Una cosa que resintió es que hasta colegas se presten como instrumentos para traer y llevar información por lo que tiene que andar con mucho cuidado con lo que comenta y a quien se lo comenta. Lo que diga en un descuido puede ser usado en su contra, “usted puede consultarles a otros compañeros no solo a mí me suceden estas cosas”, dijo.
Las molestias
“Las autoridades se molestan especialmente cuando en nuestros trabajos y comentarios revelemos la verdad de lo que sucede en este departamento; no hay trabajo, no hay circulante, hay flagrantes actos de corrupción, no pueden tapar el sol con un dedo, todo esto lo mostramos en redes sociales y les molesta debido a eso nuestro trabajo es saboteado ya que en la fiscalía se nos restringe la información. Hay serias dudas sobre el desempeño del Ministerio Público aquí en La Paz.”
Señaló Gálvez que así como en anteriores trabajos que pasosdeanimalgrande.com ha entregado sobre otras regiones del país, “aquí en La Paz el patrón se mantiene, son las autoridades quienes boicotean la labor periodística”.
El comunicador expresó que a través de dicha actitud estatal ellos, los periodistas, tienen claro que hay ciertos temas prohibidos tales como minería, generación hidroeléctrica y gestión municipal. Es temerario hablar de esto, inmediatamente recibimos mensajes anónimos.
“Yo he trabajo en todo el departamento y me resulta aberrante ver cómo alcaldes que se hicieron a lomo de burrito, porque no tenían de otra, ahora conducen lujosos vehículos y aquí no hay ninguna investigación del Tribunal Superior de Cuentas, nosotros muchas veces callamos porque la ley no nos protege somos amenazados y querellados si no hacemos caso de advertencias”.
Agregó que no les dan entrevistas mucho menos comparten información pública. La persecución y el hostigamiento durante 20 años de carrera ha hecho mella en él, al punto de contemplar si lo mejor sería emigrar hacia otro país donde encuentre mejores condiciones y se respeten los derechos humanos, ya que en Honduras se está haciendo casi imposible ejercer el periodismo, lamentó el comunicador.