En las últimas semanas, la vida de Erick Pineda, corresponsal de Radio Progreso, no solo ha estado en peligro por la criminalidad que campea en Honduras, sino además por las constantes violaciones a la libertad de prensa por parte de los agentes del Estado, que reprimen las manifestaciones populares.
Erick, quien lleva un año con siete meses cubriendo las noticias de las comunidades situadas al sur de El Progreso y el norte de Santa Rita, en el departamento de Yoro, ha sido amenazado y teme por su vida y la de su familia. “Te damos 24 horas para que salgas del país. Corresponsal de Mierda”,dice textualmente, un grafiti, que el pasado domingo, 9 de diciembre, apareció pintado en la pared de su casa, situada en la aldea, La Guacamaya, en la jurisdicción de El Progreso.
Radio Progreso, la emisora donde trabaja Erick, es propiedad de la Compañía de Jesús, una organización de Los Jesuitas en Honduras. Su programación siempre ha sido encaminada al acompañamiento de las luchas sociales y en diversas etapas políticas del país ha sido víctima de los atropellos de parte de las autoridades. La dictadura militar, en 1979 ordenó cerrarla después de acusarlos de promover la organización del pueblo.
Posteriormente fue autorizada su reapertura, no sin antes cancelarle la autorización para transmitir en onda corta, y por mucho tiempo, los militares mantuvieron su programación bajo vigilancia. En el 2009 en momentos más álgidos del golpe de Estado también la suspendieron temporalmente y desde ese momento, el personal y los equipos de transmisión han venido experimentando amenazas y sabotaje.
Pero la situación de Erick Pineda, se intensifica, si se toma en cuenta que en pocos días ha sido víctima de amenazas y agresiones físicas, donde también tienen mucho que ver agentes del Estado.
El lunes 03 de diciembre de 2018, a Erick le asignaron darle cobertura a una manifestación pacífica que la Convergencia contra el Continuismo desarrollaba en la aldea, Quebrada Seca, de El Progreso. Los manifestantes bloquearon el paso vehicular entre esa ciudad y el Puerto de Tela Atlántida, mientras que el comunicador social se dedicaba a realizar su trabajo y transmitía en vivo el acontecimiento.
De repente, la policía comenzó a desalojar a los manifestantes y vieron que Erick estaba haciendo su labor informativa. Y para interrumpirlo, los agentes lo empujaron, le echaron gas lacrimógeno, le tomaron fotografías y uno de los agentes le advirtió, “ya vas a ver”. El químico le provocó daños físicos y tuvo que cortar la transmisión “sentía que me estaba ahogando”, expresó, en plática con pasosdeanimalgrande.com
La zona donde vive Erick se considera de mucho riego y sólo en la última semana, en el corredor entre El Progreso y Santa Rita se ha registrado la muerte violenta de 9 personas, en su mayoría jóvenes.
Vas a tener consecuencias
A las siete de la mañana, del martes 04 de diciembre, Erick se dirigía a la aldea Las Minas, muy cercana a La Guacamaya donde vive. Su misión era cubrir la información de un joven que había sido asesinado y desmembrado, del que se decía que habían dejado su cabeza en la estación de los buses, pero no se lo permitieron.
Estaba esperando el bus para trasladarse al lugar de los hechos, cuando dos muchachos de entre 20 a 25 años, llegaron y le manifestaron, - ¿vas a cubrir esa noticia? -si sacas eso van a haber consecuencias.
La advertencia hizo que Erick se abstuviera de informar, no solo de ese suceso, sino de todos los hechos que han ocurrido después. No obstante, su persecución ha continuado. El sábado 08 , para amanecer el domingo 9 de diciembre de este año, en la pared de su casa pintaron un grafiti, que hoy lo mantiene en apuros.
Su situación ya es conocida por el Mecanismo de Protección a Periodistas y Defensores de los Derechos Humanos, l Comisionado Nacional de los Derechos Humanos,(CONADEH) y la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR), entre otros organismos nacionales y extranjeros.
El gobierno, a través del Mecanismo de Protección le ofreció asignarle un policía que sin embargo, Erick no tiene la capacidad económica para darle alimentación, ni la confianza de que un agente del Estado vigile su quehacer periodístico las 24 horas del día, y por eso rechazó la oferta.
Por el momento, solo recibe la protección que le ofrece el sacerdote jesuita, Ismael Moreno (padre Melo) en un lugar no determinado del país.