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Amenazas a la libertad de expresión

Quiénes amenazan a las personas que en el ejercicio de la libertad de expresión e información encuentran obstáculos desde el propio Estado. En esta sección se publican con consentimiento de afectado o afectada este tipo de actos.

Según informe mundial : Honduras en estrepitosa baja en clasificación mundial de libertad de prensa en 2019

Posted On Jueves, 18 Abril 2019 18:36 Written by
Según informe mundial : Honduras en estrepitosa baja en clasificación mundial de libertad de prensa  en 2019 Foto: RSF

En la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2019 de Reporteros Sin Fronteras, RSF, Honduras bajó cinco puntos, pasando del lugar 141 que ocupó en el 2018 al sitio 146 en este año, de los 180 países que a nivel mundial son evaluados por esta organización internacional, en su informe "Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2019: la mecánica del miedo". El país sigue avanzando a un escenario cada vez más peligroso para ejercer el periodismo.

América Latina muy deteriorada

En una síntesis del informe denominada "Clasificación de RSF: El autoritarismo y la desinformación, los males que deterioran la libertad de prensa en América Latina", Reporteros sin Fronteras observó un preocupante deterioro de la situación de la libertad de prensa en América Latina en 2018. Las condiciones de trabajo de la prensa empeoraron en la mayoría de los países de la región, donde los periodistas aún padecen a menudo actos de violencia, presiones y la censura del Estado.

La ligera mejora observada en América Latina en la edición anterior de la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa de Reporteros sin Fronteras (RSF) duró poco. El ambiente en que trabajan los periodistas de la región es cada vez más hostil y quienes cubren temas delicados suelen padecer actos de violencia, intimidaciones y presiones de todo tipo. En 2018, en las elecciones que se realizaron en México (144º, +3), Brasil (105º, -3), Venezuela (148º, -5), Paraguay (99º, +8), Colombia (129º, +1), El Salvador (81º, -15) y Cuba (169º, +3), se registró un aumento de las agresiones a periodistas. La mayoría de ellas fue perpetrada por políticos, funcionarios y militantes partidistas (a través de internet). Estos incidentes contribuyeron a crear un clima generalizado de desconfianza –a veces de odio– hacia la prensa. 

Censura del Estado y autoritarismo 
 
Nicaragua se sumerge: desciende 24 lugares, ubicándose en la posición 114 de la Clasificación; el mayor retroceso registrado en el continente americano. La represión ejercida por el gobierno de Daniel Ortega contra la prensa independiente dio un nuevo giro en abril de 2018 con la agravación de la crisis política y las grandes protestas de la oposición en el país. Las autoridades estigmatizaron constantemente a los periodistas, quienes padecieron campañas de acoso y amenazas de muerte, sin contar las detenciones arbitrarias. Durante las manifestaciones, los reporteros nicaragüenses fueron agredidos con frecuencia –se les consideraba opositores–. Algunos de ellos se han exiliado, pues temen ser acusados de terrorismo y ser encarcelados, como algunos de sus colegas.
 
La situación también es muy preocupante en Venezuela (148º), que desciende cinco lugares y se acerca peligrosamente a la zona negra de la Clasificación. El autoritarismo de Nicolás Maduro, en el poder desde 2013, parece no tener límites. En 2018 se intensificó la represión contra la prensa independiente; RSF registró un número récord de detenciones arbitrarias y de actos violencias perpetrados por las fuerzas del orden y los servicios de inteligencia venezolanos. En paralelo, la Comisión Nacional de Telecomunicaciones de Venezuela (Conatel) privó de frecuencia de difusión a estaciones de radio y canales de televisión que consideró demasiado críticos con el gobierno y las autoridades detuvieron, interrogaron y expulsaron de su territorio a periodistas extranjeros. El deterioro de la situación ha empujado a numerosos periodistas a dejar país; estos buscan preservar su integridad física, pues han recibido amenazas.
 
Los periodistas cubanos a veces también optan por el exilio para escapar del control permanente que ejercen las autoridades sobre la información, así como de la represión de éstas contra quienes consideran demasiado críticos. El hecho de que Cuba ascienda tres lugares en la Clasificación se debe sobre todo a que la cobertura de internet ha mejorado progresivamente en la isla, lo que permite que las voces independientes y los blogueros sean escuchados. El régimen castrista, ahora encarnado por el presidente Miguel Díaz-Canel, sigue siendo el peor calificado de la región por 22º año consecutivo. Cuba ocupa la posición 169 en la Clasificación.
 
La situación de Bolivia (113º, -3) no es menos alarmante. Siguiendo el modelo cubano, el gobierno del presidente Evo Morales, en el poder desde 2006, controla la informacióncensura y hace callar a las voces más críticas del país, lo que genera una fuerte autocensura entre los periodistas.
 
Miedo y autocensura
 
Este fenómeno se observa en muchos países de la región en los que existe un elevado grado de corrupción y de violencia. Es el caso de Centroamérica, en particular de El Salvador, que experimentó la segunda mayor caída de esta zona (-15) y se ubica en el lugar 81 de la Clasificación. Las condiciones de trabajo de la prensa se deterioraron mucho en el país en 2018: los periodistas a menudo padecen ataques armados y presiones; los políticos suelen tratar de intimidarlos. La situación es similar en Honduras (146º, -5) y Guatemala (116º), países minados por la corrupción y el crimen organizado. Los periodistas que trabajan para la prensa de oposición y para los medios de comunicación comunitarios que se atreven a denunciar las malversaciones de funcionarios y políticos suelen ser agredidos, amenazados de muerte, incluso pueden ser asesinados, por lo que a veces los reporteros optan por el exilio.
 
El país más peligroso del continente para la prensa sigue siendo México (144º); en 2018 fueron asesinados al menos 10 periodistas. La colusión de políticos y funcionarios corruptos con miembros del crimen organizado, sobre todo a escala local, amenaza gravemente la seguridad de los actores de la información y obstaculiza el funcionamiento de la justicia a todos los niveles. La llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia, el 1 de diciembre de 2018, tras una campaña electoral marcada por innumerables agresiones a periodistas en todo el país (ver el Proyecto #AlertaPrensa: RSF y Propuesta Cívica), calmó temporalmente la tensión entre el gobierno y la prensa mexicana. Esta transición política, acompañada de una pequeña disminución del número de asesinatos en el país (en 2017 se registraron 11 casos), justifica el ligero progreso de México (+3).
 
Desinformación y ciberacoso 
 
Brasil se acerca a la zona roja, descendió tres lugares en la Clasificación y ahora se ubica en el lugar 105. 2018 fue un año muy turbulento en este país: cuatro periodistas fueron asesinatos; aumentó aún más la vulnerabilidad de los reporteros independientes –sobre todo en ciudades pequeñas y medianas– que cubren temas como la corrupción, las políticas públicas y el crimen organizado. La campaña de las elecciones presidenciales estuvo marcada por la desinformación, los discursos de odio, los actos de violencia contra periodistas y el menosprecio de los derechos humanos. La elección de Jair Bolsonaro como presidente, en octubre de 2018, augura un periodo oscuro para la democracia y la libertad de prensa. En un país en el que dos tercios de la población se informan a través de las redes sociales, WhatsApp jugó un rol central en la campaña electoral: fue la principal fuente de información para la mayoría (61%) de los votantes de Bolsonaro, que desconfiaba de la prensa nacional. Así, WhatsApp remplazó a las fuentes de información tradicionales. Fue a través de este medio que se difundió información falsa destinada a desprestigiar el trabajo de los periodistas críticos de Bolsonaro, así como campañas de descrédito y teorías complotistas, que fueron ampliamente difundidas y compartidas. En medio de esta tensa situación, los periodistas brasileños se convirtieron en blanco del odiode algunos grupos de la población, como los partidarios de Bolsonaro, sobre todo en las redes sociales.
 
Los ataques en línea a periodistas –una tendencia al alza en toda la región– también fueron muy virulentos en Honduras, Nicaragua y Colombia (129º, +1), un país en el que las agresiones y las amenazas de muerte a periodistas –sobre todo en Twitter– siguen siendo frecuentes, al igual que los secuestros. El nuevo presidente, el conservador Iván Duque Márquez, electo en agosto de 2018, no ha dado señales que permitan pensar que la situación de la libertad de prensa mejorará en el país.
 
Entre los movimientos significativos en la Clasificación se encuentra el de Chile (46º), que perdió ocho lugares. En 2018 no se respetó el secreto de las fuentes periodísticas y RSF registró numerosos casos de procesos judiciales abusivos contra periodistas que abordaron temas delicados, como las reivindicaciones de las comunidades Mapuches y la corrupción de los políticos. La situación también se deterioró en Argentina (57º, -5) y Ecuador (97º, -5), donde la elección del presidente Lenín Moreno, en mayo de 2017, redujo las tensiones entre el gobierno ecuatoriano y muchos medios de comunicación privados. No obstante, este avance fue eclipsado por el secuestro y asesinato de un equipo de periodistas del diario El Comercio en la frontera de Ecuador con Colombia. Este trágico episodio generó numerosos cuestionamientos sobre la seguridad de los periodistas y sus métodos de trabajo en estas zonas de conflicto que escapan al control del Estado.
 
En medio de este sombrío panorama regional, Costa Rica sigue siendo una excepción y es el país mejor calificado del continente, ocupa el 10º lugar en la Clasificación.
 

Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2019: la mecánica del miedo

La edición 2019 de la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa elaborada por Reporteros sin Fronteras (RSF) muestra que el odio a los periodistas degenera en violencia, lo que hace que aumente el miedo. Sigue reduciéndose el número de países que se considera seguros –aquellos en los que los periodistas pueden ejercer su oficio sin correr peligro–, mientras que crece el control que ejercen los regímenes autoritarios en los medios de comunicación. 

La Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa, que evalúa cada año la situación del periodismo en 180 países y territorios, revela la instauración de una mecánica de miedo muy perjudicial para el ejercicio del periodismo. La hostilidad hacia los periodistas, incluso el odio transmitido por dirigentes políticos en numerosos países, ha dado lugar a actos de violencia cada vez más graves y frecuentes, incrementado así los peligros que enfrenta la prensa y provocando un grado de miedo inédito en algunos lugares.
 
“Si el debate político cae subrepticia o manifiestamente en un ambiente de guerra civil, en el que los periodistas se vuelven víctimas expiatorias, los modelos democráticos están en gran peligro”, advirtió Christophe Deloire, Secretario General de RSF. “Para las mujeres y los hombres de buena voluntad, comprometidos con las libertades adquiridas a lo largo de la historia, es urgente acabar con esta mecánica de miedo”, añadió.
 
En la Clasificación 2019, Noruega conserva el primer lugar por tercer año consecutivo, mientras que Finlandia (+2) ocupa el segundo, superando a los Países Bajos (4º, -1), donde dos periodistas especializados en el tema del crimen organizado deben vivir bajo protección policíaca permanente. Por su parte, Suecia (3º) descendió una posición debido al recrudecimiento del ciberacoso. Hay buenas noticias en el continente africano: Etiopía (110º, +40) y Gambia (92º, +30) registraron avances significativos.  

Algunos regímenes autoritarios descienden en la Clasificación. Es el caso de Venezuela (148º, -5), donde los periodistas se enfrentan a las detenciones y los actos de violencia de las fuerzas del orden. También el de Rusia (149º, -1), donde el gobierno incrementó las presiones que ejerce en los medios de comunicación independientes y su control de internet, valiéndose de detenciones, registros arbitrarios y leyes liberticidas. Vietnam (176º), seguida de China (177º, -1), también pierde una posición. En el Cuerno de África, Eritrea pasa al antepenúltimo lugar (178º, +1), a pesar del acuerdo de paz que firmó con Etiopía. Mientras que Turkmenistán (180º, -2) ahora ocupa el último lugar de la Clasificación, en lugar de Corea del Norte (179º, +1). 

Sólo 24% de los 180 países y territorios registran una situación “buena” (zona blanca) o “más bien buena” (zona amarilla); el año anterior era 26%. En Estados Unidos (48º) se registra un clima aún más hostil, más allá de las agresiones verbales de Donald Trump contra la prensa, por lo que el país desciende tres lugares en 2019 y se ubica en la zona “naranja”, lo que indica que la situación es problemática. Nunca los periodistas estadounidenses habían recibido tantas amenazas de muerte ni habían tenido que recurrir a empresas privadas para garantizar su seguridad. La aversión a los medios de comunicación es tanta, que un hombre disparó a los trabajadores de The Capital Gazette, de Annapolis, Maryland, asesinando a cinco de ellos. Antes de cometer el crimen, el asesino había expresado abiertamente en las redes sociales su odio a este diario local.
 
Amenazas, insultos y agresiones ahora forman parte de los “riesgos del oficio” periodístico en muchos países. En India (140º, -2), quienes critican la ideología del nacionalismo hindú son calificados de "antinacionalistas" en campañas de ciberacoso; seis periodistas fueron asesinados en 2018. En Brasil (105º, -3), desde la campaña electoral, la prensa se convirtió en blanco de los partidarios de Jair Bolsonaro, tanto en el ámbito virtual como en el físico.
 
La valentía de los periodistas de investigación perseguidos 
 
En este ambiente de hostilidad generalizada, se requiere de valor para seguir investigando la corrupción, la evasión fiscal y al crimen organizado. En Italia (43º, +3), el Ministro del Interior, Matteo Salvini, amenazó con quitarle la protección policíaca al periodista Roberto Saviano por sus críticas a la política migratoria italiana. A esto se suma el hecho de que, en todo el mundo, en particular en Argelia (141º, -5) y Croacia (64º, +5), los medios de comunicación y los periodistas se enfrentan a un creciente acoso judicial.
 
En países como Francia y Malta (77º, -12) se emprenden procesos judiciales “mordaza” contra periodistas de investigación, a fin de agotar sus recursos financieros, incluso de que sean encarcelados. También es el caso de Polonia (59º, -1), donde los periodistas del diario Gazeta Wyborcza podrían ser condenados a penas de prisión por haber cuestionado a un dirigente político implicado en el caso de una edificación que provocó polémica. Asimismo, en Bulgaria (111º) la policía detuvo a dos periodistas independientes cuando investigaban el desvío de fondos europeos. Además de las presiones judiciales, los periodistas de investigación se enfrentan a múltiples tipos de intimidaciones cuanto su trabajo saca a la luz irregularidades o casos de malversación. En Serbia (90º, -14) incendiaron la casa de un reportero. En otros países, como Malta, Eslovaquia (35º, -8), México (144º, +3) y Ghana (27º, -4), los periodistas son asesinados a sangre fría.
 
La persecución de los periodistas que molestan a los gobiernos parece ya no tener límites. El sórdido asesinato del columnista saudí Jamal Khashoggi, cometido en el consulado de Arabia Saudita en Turquía en octubre de 2018, envió un escalofriante mensaje a los periodistas, más allá de las fronteras de Arabia Saudita (172º, -3). Por miedo a ser asesinados, muchos periodistas de la región se autocensuran o, simplemente, dejan de escribir.
  

Un fuerte deterioro que afecta a regiones en las que antes la situación era buena 

En lo que respecta a la puntuación regional, este año la zona que registra el mayor deterioro es América del Norte y del Sur (+3,6%). Este mal resultado no sólo se debe al pésimo desempeño de Estados Unidos, Brasil y Venezuela. Nicaragua (114º) perdió 24 lugares, uno de los descensos más significativos en 2019. Los periodistas nicaragüenses que cubren las manifestaciones contra el gobierno de Daniel Ortega –considerados opositores– a menudo sufren agresiones. Muchos de ellos se han visto obligados a exiliarse para evitar ser acusados de terrorismo y encarcelados. En este continente también se encuentra uno de los países más mortíferos para la prensa: México, donde al menos diez periodistas fueron asesinados en 2018. La llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia ha calmado un poco las tensiones entre el gobierno y la prensa mexicana. Sin embargo, la violencia continúa y los asesinatos de periodistas permanecen en la impunidad, por lo que en marzo de 2019 RSF recurrió a la Corte Penal Internacional (CPI).
 
El segundo mayor deterioro se registra en la zona de la Unión Europea y los Balcanes(+1,7%). Esta región sigue siendo, en principio, la más segura, y aquella en la que la libertad de prensa se respeta más. Sin embargo, ahora los periodistas deben enfrentar las peores amenazas: asesinatos en Malta, Eslovaquia y Bulgaria (111º); agresiones verbales y físicas en Serbia y Montenegro (104º, -1); un grado de violencia sin precedentes en las manifestaciones de los “chalecos amarillos” en Francia (32º, +1) –hasta el punto de que muchos equipos de televisión ya no se atreven a mostrar el logotipo de sus medios de comunicación ni a cubrir las protestas si no están acompañados de escoltas–. Asimismo, ahora la estigmatización de los periodistas se expresa de manera desacomplejada: en Hungría (87º, -14), los dirigentes de la Unión Cívica Húngara (Fidesz) –partido del primer ministro, Víktor Orbán– se niegan a responder a las preguntas de los periodistas que no trabajan para medios de comunicación considerados “amigos de Fidesz”. En Polonia, los medios de comunicación públicos se han transformado en instrumentos de propaganda con los que se presiona a los periodistas, a veces con intensidad.
 
Aunque este año se registró un deterioro menor en el índice regional de Oriente Medio y África del Norte, esta sigue siendo la zona donde es más difícil y peligroso ejercer el oficio periodístico. Aunque en 2018 se redujo un poco el número de periodistas asesinados en Siria (174º, +3), este país, al igual que Yemen (168º, -1), sigue siendo muy peligroso para la prensa. A las guerras y las crisis profundas, como las que se viven en Libia (162º), se suma otro gran peligro: la detención arbitraria y el encarcelamiento. Irán (170º, -6) es una de las mayores prisiones de periodistas del mundo. También en Arabia Saudita, Egipto (163º, -2) y Bahréin (167º, -1) decenas de reporteros se encuentran tras las rejas, en ocasiones, sin siquiera haber sido juzgados. En Marruecos (135º) tienen lugar procesos penales interminables. En medio de este sombrío panorama, Túnez es una excepción (72º, +25), las agresiones a la prensa disminuyeron de forma notable en el país. 
 
África registró el menor deterioro regional en la edición 2019 de la Clasificación, pero también algunos de los mayores cambios. La alternancia de poder en Etiopía (110º), donde los periodistas encarcelados fueron puestos en libertad, permitió que el país diera un salto espectacular de 40 lugares. El cambio de régimen también permitió que Gambia (92º, +30) experimentara uno de los mayores progresos en la Clasificación. Sin embargo, los cambios políticos en el continente no siempre son benéficos para los periodistas. En Tanzania (118º, -25), desde que llegó a la presidencia John Magufuli (en 2015), apodado “Bulldozer”, se han registrado ataques a la prensa sin precedentes. Otro descenso significativo fue el de Mauritania (94º, -22). El bloguero Cheikh Ould Mohamed Mkheitir había sido condenado a muerte por apostasía, pero esta pena fue conmutada por una sentencia a dos años de prisión. Desde hace más de año y medio el bloguero debería haber salido en libertad, pero las autoridades mauritanas lo mantienen detenido en un lugar secreto. En África, continente de contrastes, también continúan registrándose los peores casos: República Democrática del Congo (RDC), que permanece en el lugar 154, es el país de África en el que RSF registró más atentados contra la libertad de prensa en 2018; mientras que Somalia (164º) sigue siendo el país de la región más mortífero para los periodistas.
 
Europa del Este y Asia Central sigue siendo, año con año, la penúltima zona en la Clasificación, a pesar de que se registró una ligera mejora en el índice regional y de que la zona experimentó cambios contrastantes. El indicador que evalúa la calidad del marco legal señala que ésta es la región en la que existe mayor deterioro en este aspecto. Más de la mitad de los países de esta zona aún se ubican cerca del lugar 150 de la Clasificación o en una posición inferior. Los dos pesos pesados de la región, Rusia y Turquía (157º), siguen reprimiendo a la prensa independiente. Turquía, la mayor prisión del mundo para los profesionales de los medios de comunicación, también es el único país del mundo en el que se juzgó a un periodista –la reportera Pelin Ünker– por haber participado en la investigación de los “Papeles del Paraíso” (Paradise Papers). En esta parte del mundo en la que todo está paralizado, hubo unos pocos ascensos en la Clasificación que merecen ser señalados. Uzbekistán (160º, +5) deja de formar parte de la zona “negra”, en la que se encuentran los países con la peor situación en términos de libertad de prensa. Los periodistas que fueron encarcelados bajo la dictadura de Islam Karimov fueron puestos en libertad. Armenia (61º, +19), donde la “Revolución de Terciopelo” permitió reducir el control que ejercía el gobierno en el servicio audiovisual público, da un gran salto, un progreso importante si se considera que se ubica en una zona muy volátil de la Clasificación.
 
En la zona Asia-Pacífico se concentran todos los males que obstaculizan el ejercicio del periodismo: propaganda totalitaria, censura, intimidaciones, violencia física, ciberacoso. Así, el índice regional se mantiene estable y la zona permanece en los peores lugares. El número de periodistas asesinados fue muy elevado en Afganistán (121º), India y Paquistán (142º, -3). La desinformación también se ha convertido en una plaga en la región. En Birmania, la instrumentalización de las redes sociales ha contribuido a que se trivialicen los mensajes de odio contra la minoría rohinyá; además, dos periodistas de Reuters fueron condenados a siete años de prisión por haber intentado investigar el genocidio del que es víctima esta comunidad. Bajo la creciente influencia de China, la censura se expande en Singapur (151º) y Camboya (143º, -1). En medio de esta difícil situación, los 22 lugares ganados por Malasia (123º) y Maldivas (98º) ilustran hasta qué punto la alternancia política puede cambiar de forma radical el ambiente en que trabajan los periodistas y de qué manera el ecosistema político de un Estado influye directamente en la situación de la libertad de prensa.
 
La Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa, publicada cada año por RSF desde 2002, permite conocer la situación y la posición de 180 países en términos de libertad de información. La metodología de la Clasificación mide el desempeño de un país con base en su pluralismo, independencia de los medios de comunicación, ambiente de trabajo y grado de autocensura de los periodistas, marco legal, transparencia y calidad de la infraestructura para la producción de información. No se trata de evaluar las políticas gubernamentales de los países. 
 
Los índices globales y regionales se calculan a partir de la puntuación de cada país, que se obtiene a partir de un cuestionario –traducido en veinte lenguas– que es respondido por expertos de todo el mundo, al que se suma un análisis cualitativo. Entre mayor sea el índice, peor es la situación. El reconocimiento de la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa hace de ésta una herramienta esencial de defensa y promoción.

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El medio surge para ayudar a los periodistas, trabajadores de los medios de comunicación y los grupos vulnerables de Honduras (jóvenes, mujeres, indígenas y personas LGBTI) a ejercer su libertad de expresión y documentar los abusos de derechos humanos.

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