La libertad de expresión no sólo se circunscribe a los comunicadores sociales, columnistas y periodistas, va mucho más allá y su aplicación es amplia para que los pueblos la disfruten y hagan uso de ella.
Los artistas de las artes plásticas son un gremio que por la estética de sus producciones reciben la admiración y el respeto de los pueblos. La siguiente historia narra cómo desde las estructuras de la educación superior y del propio sistema de justicia, se discrimina, criminaliza y expulsa a los artistas hondureños.
Así comienza la historia de Javier Espinal. Corría el año 2007 y Javier, estudiante de la carrera de Artes de la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán (UPNFM), y dirigente de Acción Universitaria, fue expulsado por las autoridades educativas cuando externó su protesta y la materializó en un mural para denunciar junto a sus compañeros y compañeras, una serie de disposiciones emanadas desde la rectoría que desembocaron en la conculcación de las libertades de expresión y asociación.
La juventud censurada y perseguida
El mural contenía dibujos de animales en alusión a las autoridades universitarias, eran dibujos para ridiculizar y a la vez llamar la atención de los estudiantes sobre el ambiente hostil y de restricción que se vivía en aquel momento.
El mural de Javier fue a final de cuentas, una forma de protesta y de crítica hacia las disposiciones restrictivas ejecutadas en la UPNFM en detrimento de los derechos de la comunidad estudiantil. La obra del artista fue censurada y borrada de las paredes universitarias por orden de la rectoría.
Ese apoyo al movimiento estudiantil de aquel momento representó no solo la expulsión de Javier Espinal de la universidad, sino también la criminalización de su trabajo artístico.
Javier fue sometido a una querella por difamación constitutiva de injurias, que interpuso ante los tribunales la rectora de la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán (UPNFM), Lea Azucena Cruz. Sin embargo el 7 de octubre de 2008 el Tribunal de Sentencia de Francisco Morazán emitió un fallo absolutorio a favor de Javier. Aunque ya no pesaba sobre él la acusación, no podría regresar a las aulas.
La situación que enfrentaba la comunidad universitaria fue denunciada ampliamente por las asociaciones estudiantiles, no en vano Guillermo Amador, coordinador del Frente de Acción Universitaria (FAU), expuso lo que él llamó, “represión en contra de las libertades de expresión y asociación y la persecución de dirigentes ” al interior de la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán (UPNFM).
En Honduras se restringen las libertades de expresión y asociación
Amador, estudiante de la Carrera Técnica Industrial dijo en aquella oportunidad: “no se puede usar un megáfono y ya el simple hecho de usarlo, es una falta que va hacia un expediente y eso nos va afectando. Ya tenemos el antecedente del compañero Javier Espinal que no pudimos en la Corte Suprema de Justicia (CSJ) ganar su caso, porque Lea Azucena Cruz (rectora de UPNFM) en colusión con la ex presidenta Vilma Cecilia Morales, tenían afinidad y amistad”.
Amador expresaba que “hemos pedido permiso para realizar asambleas y no nos dan el permiso, entonces tenemos que tratar de violar, por así decirlo, los reglamentos que ellos han impuesto, para poder informar en asambleas”.
“Pero para nosotros las asambleas son totalmente lícitas, porque es la única expresión del estudiante. Ellos no nos dan permiso, porque saben que los temas que vamos a tocar son delicados, que no les gusta que nosotros tengamos libertad de expresión hacia el estudiante”, reclamó el dirigente.
Cabe destacar que el líder estudiantil Guillermo Amador tuvo que salir del país por amenazas de agentes del Estado del régimen “golpista” de Roberto Micheletti que usurpó el poder, luego del derrocamiento en 2009 del presidente constitucional Manuel Zelaya.
Amador cuyo rostro fue muy visible durante las masivas manifestaciones de protesta en contra de ese golpe de Estado, y cuyo rostro apareció en un spot publicitario para la promoción de la “Cuarta Urna”, se vio obligado a salir de su tierra por las constantes amenazas a muerte y persecución en su contra. Actualmente reside en un país de Suramérica.
De aquella situación que la comunidad estudiantil enfrentó en 2007, nada ha cambiado en el presente, de hecho más dirigentes estudiantiles han enfrentado señalamientos y audiencias de descargo por denunciar la violación de sus derechos.
Para el caso en abril de 2012, la joven Kelly Núñez y el joven Erlin Gutiérrez estuvieron sometidos a investigación por parte del Decanato de Ciencia y Tecnología de la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán (UPNFM)que aplicó amonestaciones escritas a los señalados, acusándolos de incitar a la protesta y a movilizaciones para exigir una educación pública incluyente y por la no privatización del sistema educativo.
Todo comenzó en marzo de 2011, cuando cuatro estudiantes enfrentaron procesos de expulsión por el simple hecho de participar en movilizaciones en apoyo al magisterio del nivel medio, entre los meses de marzo y abril, en el que se llevó a cabo un paro cívico.
Kelly Núñez y otros 3 estudiantes fueron acusados de organizar las movilizaciones, de suspender las labores académicas, denigrar la imagen pública de la universidad y llamar a la sublevación en contra de las autoridades.
“Ellos en ningún momento consensuaron con nosotras y nosotros que se nos iba a aplicar el régimen académico en donde en la parte disciplinaria, nos coartan totalmente nuestros derechos a la libre expresión, a la libre organización y también a integrar los organismos de gobierno estudiantil que están totalmente condicionados con requisitos antidemocráticos”, comentó Núñez en aquel momento.
Núñez recalcó que cualquier cosa que los estudiantes, manifiesten en contra de las políticas universitarias o en contra de las autoridades, serán objeto de sanción según lo establecido en el Reglamento del Régimen Académico.
Este caso prosiguió con audiencias de descargo para 2 de los 4 acusados (Kelly Núnez y Erlin Gutiérrez) que enfrentaban la amenaza de la expulsión, pero al final por la intervención de defensoras de derechos humanos, concluyó con que podían seguir estudiando, pero con la condición de no participar en los movimientos estudiantiles.
Más recientemente entre febrero y marzo de este año (2015), otras mordazas se aplicaron, esta vez en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) bajo las directrices de la rectora Julieta Castellanos.
Esas mordazas recayeron sobre 17 estudiantes de la UNAH en San Pedro Sula y 4 de la UNAH en Tegucigalpa. Todos fueron llamados a audiencias de descargo por promover protestas en las que se condenaban nuevas disposiciones académicas, cobros sin consenso y restricciones en la participación del gobierno estudiantil, en detrimento de los derechos de los jóvenes y las jóvenes.
En represalia, la rectoría de la UNAH ordenó el bloqueo de las cuentas de 10 estudiantes para que éstos no pudieran matricularse en el período académico de 2015, además de la expulsión sin observar el debido proceso del centro de estudios superiores.
En ciudad universitaria de la capital, fueron llamados a audiencias de descargo 6 estudiantes de los cuales 4 de sociología, 1 de periodismo, 1 de trabajo social (Cesario Padilla (periodismo), Dayanara Castillo (Sociología), Javier Barahona (Sociología), José Luís Herrera (sociología), Moisés David Cáceres (Sociología) y Sergio Ulloa (Trabajo Social).
El último día en que la universidad estaba abierta (viernes 18 diciembre 2014), y antes de irse de vacaciones de fin de año, la UNAH dio a conocer el dictamen de expulsión a nivel del decanato de Ciencias Sociales, en el cual se les expulsaba por dos períodos académicos, proceso que desde sus inicios fue viciado y arbitrario. El acompañamiento de las procuradoras de derechos humanos Ivania Galeano y Kenia Oliva y de la defensora de derechos humanos y periodista, Dina Meza permitió el reintegro de los estudiantes y la estudiante afectada.
Como leemos, los movimientos y asociaciones estudiantiles han enfrentado desde hace muchos años, la censura, la discriminación, la exclusión, la criminalización y hasta la muerte por defender sus derechos. De tal manera que el caso de Javier Espinal, es solo un ejemplo de esta problemática.
Javier perseguido y estigmatizado
En los meses posteriores al golpe de estado y al estilo de los tenebrosos años de la década de los ochenta, efectivos policiales se dieron a la tarea de capturar a manifestantes, para conducirlos hasta la Dirección Nacional de investigación Criminal (DNIC) con el fin de levantar perfiles para los archivos de investigación.
El 11 de julio de 2009, seis jóvenes fueron detenidos por efectivos policiales cuando se transportaban en un vehículo pick up hacia el sector de El Durazno, salida a la carretera del norte en la capital, en donde centenares de manifestantes se congregaron para exigir la restitución del presidente constitucional de la Republica Manuel Zelaya Rosales, depuesto y expulsado del país, por un golpe militar la madrugada del 28 de junio de 2009.
Entre esos jóvenes capturados se encontraba Javier Espinal, quien junto a Rony Orellana, Eddy Guifarro, Tomás Castillo, Mario Irías y Fernando Saravia fueron conducidos a las oficinas de investigación para el posterior levantamiento de sus perfiles. Afortunadamente y gracias a la intervención de organizaciones defensoras de derechos humanos, los jóvenes fueron liberados horas después.
En aquella oportunidad medios alternativos denunciaron que a lo largo de las masivas manifestaciones convocadas por el Frente Nacional de Resistencia contra el Golpe Militar, agentes encubiertos han fotografiado y filmado a líderes juveniles, estudiantiles, dirigentes obreros, artistas, intelectuales y campesinos que han participado en las marchas de protesta en las que se exige la restitución del presidente constitucional de la República, Manuel Zelaya Rosales.
Mientras la represión y la persecución estaban a la orden del día en aquella época, los artistas reflejaban en sus obras la realidad de su entorno. Para el caso, la pieza escenificada en las tablas “El Gran Golpe”, presentado por Teatro Memorias, dirigido por el dramaturgo Tito Ochoa y el Monólogo de Timoteo a cargo de Isidro España y Rosa María Fortín, del grupo de Teatro Camino Real, donde el primero critica los actores intelectuales del golpe de Estado en Honduras, eran las muestras fehacientes de que los artistas asumían su papel de profetas.
De igual manera el teatro de Calle de Javier Espinal y Hermes Reyes señalaron los abusos de los cuerpos de seguridad con la obra “En las Calles está el Poder”. En la obra, Javier es la víctima de un militar sanguinario que lo golpea salvajemente, le coloca una capucha, pero que al final se da cuenta que aunque mate o reprima a las personas, éstas siguen vivas.
Vemos en ésta crónica las virtudes y los talentos que posee Javier Espinal, protagonista de esta historia. Los próximos años de la vida de este experto de las artes plásticas no fueron fáciles, pues, si siendo un artista se dificulta la existencia en un país como Honduras donde no se apoya el arte ni se crean las condiciones para desarrollarlo, también se añadía el ingrediente del estigma, porque Javier era también un opositor visible que condenó el golpe de estado y un luchador de las consignas reivindicativas del movimiento social.
Las múltiples facetas del maestro y artista
“El artista debe asumir su compromiso de amor e identidad, ser parte constante y consciente de nuestro devenir, manifestar el color y las formas de nuestras diferentes cosmovisiones.” (Javier Espinal)
La carrera de Javier Espinal se remonta a finales de la década de los años ochenta, cuando se gradúa como Maestro de Artes Plásticas de la Escuela Nacional de Bellas Artes (ENBA), sus capacidades lo llevan a convertirse en un Muralista, Pintor de caballete, Actor de Teatro y de Cine.
La década de los años noventa, le permitió incursionar como ilustrador de libros y publicaciones diversas, facilitador independiente de muralismo, dibujo y pintura, y de trabajar en el teatro y con títeres en barrios y colonias pobres de Tegucigalpa y Comayagüela.
Su sensibilidad humana y solidaridad lo llevaron a transmitir sus conocimientos y plasmar sus obras a través de talleres y seminarios en diversas organizaciones defensoras de derechos humanos y organismos internacionales que promueven la protección de la niñez, la juventud y las personas con discapacidades físicas en Honduras.
“….Creo fervientemente, por experiencia, que nadie nace artista, soy producto de un proceso artístico de más de 25 años, en que los métodos y técnicas adecuadas, me han servido para estimular constantemente mi hacer artístico, así como también el tener un compromiso constante con las luchas populares, el estar en los tiempos y espacios justos, donde mi sensibilidad se profundiza. El arte es un poderoso instrumento de concientización, el arte es un ritual colectivo…”. Javier Espinal.
Como instructor de dibujo, pintura y muralismo y consultor de artes plásticas compartió sus conocimientos en escuelas y comunidades rurales del occidente del país. La cosmovisión de la cultura lenca ha marcado parte de sus obras.
Sus diversas facetas artísticas han abarcado también su trabajo escénico en las tablas. En el año 2008 participó como actor protagonista en la obra de teatro “El Cerco” de Max Aub, del Teatro Camino Real y de la mano del dramaturgo hondureño, Isidro España.
Durante el período 2010-2011, fue el actor Protagonista en el corto “El Vigia” de la pelicula “No amanece igual para todos”, una producción eminentemente hondureña y más tarde, en el año 2014, aparece como actor de reparto en la película “Cuentos y Leyendas de Honduras”, de éxito taquillero en el país. Ese mismo año, se presenta como actor protagonista en el corto cinematografico “GRISI SIKNIS” Siguatepeque, Honduras.
Javier Espinal es el fundador creativo de la Galeria de Arte y Más “La Casona”y del “Centro de Encuentros, Arte y Amistad, Cacautare” (CEAAC), además de crear y organizar el Primer Encuentro de Muralismo Nacional en Zacate Grande, departamento de Nacaome.
Esta larga trayectoria del artista ha significado la realización de decenas de exposiciones y murales con temas diversos como la naturaleza, la cosmovisión de las comunidades lencas, el culto a los próceres, la juventud, las mujeres heroínas de la lucha campesina, etc.
Desde el 2014, Javier Espinal permanece en una gira por Europa, realizando talleres y conferencias en universidades, colegios y organizaciones sociales en Italia, Inglaterra y España, llevando su arte y practicando trabajos artísticos comunitarios. En 2014, sus obras han sido expuestas y materializadas en murales colectivos en las ciudades de Milán, Acilia, Roma, Asti, Torino de la República de Italia, así como Irlam, Salford y Manchester en el Reino Unido, Inglaterra.
En una entrevista para Ilmessaggero de Italia, y luego de concluir un mural con personas migrantes de varios países que viven en San Giorgio de Acilia, comunidad al sur de Roma el artista Espinal expresó: “Nadie pertenece a un territorio exclusivo. Por tanto, esta memoria debe tenerse siempre presente, siempre viva en nosotros; de esta manera podemos creer en esta diversidad, y no creer en vez de manera diferente, sino diversa ".
En otro apartado de la entrevista y en referencia a otro mural que pintó junto a unos 30 jóvenes africanos que buscan asilo en Italia, Espinal sostuvo que "Mi arte es una respuesta a la violencia en el mundo. Vengo de Honduras, el país más violento de América, y sé qué es la violencia".
Para finalizar esta historia, en su blog: http://javierespinal.blogspot.com/,el artista narra con sus propias palabras su origen, sus inclinaciones por el arte y su profunda conciencia social.
La vida de Javier Espinal nos muestra que el arte es un don poderoso que trasciende la existencia del artista y que lo lleva a escenarios inesperados y maravillosos. Ni la censura, la persecución, el estigma o la discriminación fueron capaces de frenar el incesante y poderoso don del artista Javier Espinal que triunfa en Europa.