El cielo también exprimió su llanto
Bañando los valles, las montañas y los caminos,
Con el dolor indecible
Que pudieran sentir los dioses
Y las diosas lencas y mayas
Al ver herida de muerte
A una de sus hijas predilectas;
Pero al mismo tiempo
El contraste de alegría divina,
Al recibir en las fuentes del elixir
De la existencia
Un alma tan majestuosa
Como la de Berta.
Las aguas que defendió tanto tiempo
Abrían sus entrañas
Para recibir a Berta como su guardiana,
Las mismas que se embravecieron
El día que derramaron su sangre
Y el viento se llevó
Su hálito de vida,
Que abandonando su cuerpo mortal
Etéreamente se zambulló
En las cristalinas aguas;
Ahora cuando alguien
Quiere ver su reflejo
En las aguas del Gualcarque,
Levemente en el fondo
Vislumbra los ojos
De Berta Cáceres.
Mujeres, hombres, jóvenes y niños
A una voz entonaban
Como un coro acompañado
De un son celestial
“Berta no se murió
Berta se multiplicó
Berta soy yo”;
Mientras los puñados de tierra
Caían sobre el ataúd
Que contenían el cuerpo sin vida de la inmortal,
La canción que se escuchó por todo el mundo,
En donde existen almas indomables
Y sedientas de justicia,
Enarbolando la bandera de la esperanza,
que albergan en sus corazones
Grandes anhelos de libertad.
Y comenzamos a sentir su muerte
Porque su incansable lucha continúa,
El dolor fortaleció tu legado
a través de los pueblos
Lencas de Honduras
Por donde caminaste,
Allí donde sembraste
E hiciste que las y los indígenas
Quisieran respirar aires de libertad.
Pero…
Cuando los ancestros decidan el momento
En que la justicia deba poner en la palestra
A los perpetradores de tu muerte
Los que ordenaron, planearon y halaron del gatillo
Que arrancó tu existencia,
Las aguas del Gualcarque
rugirán vehementemente
Y se elevarán como torbellinos al cielo
Bañando las tierras que defendiste,
Hasta quedarse quieto y en calma.
La lenca, feminista e indomable Berta
Se unió a los y las ancestrales luchadoras
Que como ella
Ofrecieron su vida
Para heredar a las generaciones
La conexión con la madre tierra,
Que por derecho ancestral les pertenece
Para que siembren el maíz
Y el sudor de sus frentes la rieguen, en paz.
Berta, eres el digno ejemplo
De la grandeza lenca,
No sabíamos lo sublime
Que era tú lucha
Hasta que te perdimos físicamente;
Pero sabemos,
Al oír el viento,
Que mueve las aguas del Gualcarque,
Que eres tú,
Diciendo “sigan adelante compitas”.
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