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Contexto

Terroristas

Posted On Miércoles, 22 Febrero 2017 20:34 Written by

Bueno, señoras y señores, tal parece que ya aprobaron las reformas al Código Penal en el Congreso Nacional, tal y como dijo este gobierno que haría. Y aunque a mi madre no le gusta que opine sobre estas cosas, porque sabiamente dice que solo me ponen en riesgo, yo no aguanto la sensación de malestar en el estómago, un deseo entre vómito, angustia y ganas de salir corriendo a algún lado, cualquiera, que me evada de esta realidad.

 Por  Jessica Isla*

Hace un año y medio aproximadamente que clandestinamente alguien me alcanzó una copia del anteproyecto de Código Penal y me dediqué a leerlo. Cuando terminé esa misma noche, dos cosas me habían sucedido: el sueño me había abandonado y el terror había ocupado su lugar. Sí, terror, tal como aparece ahora en las nuevas reformas en el Código actual.

La alarma fue tal que me dediqué a hablarle a la gente de lo peligroso que era esta propuesta. Todos los derechos no solo retrocedían, también se penalizaban: los de las mujeres, de los pueblos indígenas y afrodescendientes, de los campesinos y campesinas, el derecho a la libre expresión, entre otros. Décadas de avance del movimiento social, pérdidas sin remedio y lo que es más grave aún, la sensación de que los gobernantes de este país se estaban preparando para una guerra, para una posible insurrección, queriendo dejar amalgamados todos los clavos para evitar que eso ocurriera.

El movimiento feminista al que orgullosamente pertenezco fue el primero en encender las alertas ante este anteproyecto, tal vez porque estamos acostumbradas a vivir en la sospecha de la oficialidad que pretende darnos dádivas en vez de derechos, y en cuanto volteamos la mirada allí está para quitárnoslos, a veces sin que nos demos cuenta. Una más de las lecciones del golpe de Estado.

Al movimiento feminista se fueron uniendo, poco a poco, diferentes colectivos, hasta formar una alianza que ahora llamamos Articulación 611. Iniciamos haciendo oposición, no desde partidos políticos o instancias partidarias, que quede claro, sino desde la perspectiva de derechos humanos, porque este no es un asunto de partidos políticos, es un asunto de Estado que nos compete a todos y todas.

Y es así como llegamos al delito de terrorismo, presente también en este nuevo Código Penal, pero introducido hoy por reformas al Código Penal vigente. Entre otras cosas, penaliza el derecho a la protesta social, cuando enuncia en uno de sus apartados que será terrorista “quien o quienes desarrollen acciones cuyo propósito sea, mediante la comisión de delitos violentos, alterar gravemente la paz pública, aterrorizar e intimidar a la población o parte de ella…” y acto seguido se ejemplifican como un acto de terrorismo las manifestaciones de los y las estudiantes. Adicionalmente se le dan poderes a la policía militar, tales como dar “recompensa” a quienes den información o ser juzgados otra vez por sus propios fueros militares.

Quienes, a raíz del brutal asesinato y violación a Riccy Mabel Martínez, luchamos para quitar los privilegios concedidos a los cuerpos armados, tendríamos necesariamente algo que decir al respecto. Los entes civiles de justicia no podrán intervenir cuando la policía asesine, viole, maltrate o torture, tal y como ocurría hace dos décadas atrás. No sé que más puede ser competencia de todos, cuando nos estamos convirtiendo en un país donde se legaliza la escucha e intervención telefónica, con la excusa de “nuestra seguridad”. George Orwell se quedó corto con el ojo que todo lo ve, el Gran Hermano.

Creo que son estas reformas las que deberían llenarnos de terror. En una vuelta de tuerca deberíamos pensar: ¿quiénes son los terroristas? ¿A quiénes van dedicadas estas reformas? ¿Solo al crimen organizado o a todo el blanco móvil que proteste? ¿Qué pasará en el escenario de las elecciones? ¿También será prohibido “alterar la paz”? ¿De qué paz hablamos en un país que se desangra con asesinatos, femicidios y violaciones?

Finalmente y si mis dotes de clarividente no me fallan, habrán o habremos algunas personas que no nos detendremos en manifestarnos de forma pacífica, resistente y consecuente, puesto que no estamos de acuerdo con esta forma de paz impuesta que se corta con un cuchillo. Seguramente saldremos a rebatir las imposiciones a la calle y en varios espacios, ya que ni modo, somos necios y necias que creemos utópicamente que la libertad es un derecho, no un regalo, que pensamos que este país, sus ríos y su tierra son de sus habitantes y no de las empresas extractivistas, que soñamos que esta Honduras dolida todavía puede ser hermosa, libre de militares, sin represiones, sin terrorismos, autónoma en toda la extensión de la palabra.

Lo que no me dicen ni mi bola de cristal, ni las cartas de tarot es ¿seremos por ello acusadas de terrorismo? La pregunta obligada es ¿seré algún día acusada o acusado de terrorismo? Es la pregunta que toda la hondureñidad debería hacerse, porque estará penado salir a protestar por la carretera, por el agua, por el tierra. Sin embargo, como en todo, solo el tiempo y ustedes, parte de esta patria lectora, lo dirá.

Febrero de 2017, en la ciudad del Gran Hermano.

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*Jessica Isla es escritora, feminista y defensora de los Derechos Humanos.

Fuente: http://elpulso.hn/terroristas/

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