En el recorrido histórico en la lucha por los derechos humanos, doña Gladys –como se le conoce -ha enfrentado una serie de obstáculos. Su papel de referente al ocupar un puesto directivo en uno de los sindicatos más grandes del país le generó un respeto dentro del movimiento social al ser una mujer que rompió con todos los esquemas dogmáticos de la triste y sangrienta década de los ochenta, misma que le generó una serie de detractores que van desde el poder gubernamental hasta sus propios compañeros.

Al dar un salto hacia la defensa de los derechos de las mujeres, desde la que ha sido en los últimos 20 años su casa, el Movimiento de Mujeres por la Paz “Visitación Padilla”, ha emprendido una campaña de concientización y lucha ardua contra el dominio patriarcal impregnado en todo el aparato político, económico y judicial en Honduras.

Con una sonrisa y cargada de miles de anécdotas, accedió a conversar con pasosdeanimalgrande.com para  visualizar el retroceso en el acceso a la justicia, después  de ser sentenciada en marzo anterior a un año y seis mese de prisión, por denunciar públicamente un caso de acoso laboral en la Fundación para el Desarrollo de la Vivienda en Honduras (FUNDEVI).

PASOS DE ANIMAL GRANDE (PAG): Actualmente ¿Cuál ha sido el desarrollo de su caso?

Gladys Lanza (GL): Bueno en este momento estamos en la Sala de lo Penal de la Corte Suprema de Justicia (CSJ). Allí tendríamos que haber salido hace rato de esa instancia porque es la última que se agota en este tipo de procesos, pero lamentablemente en la corte no cumplen con los requerimientos o los pasos que la ley estipula, tenemos desde abril esperando la resolución de los tribunales de sentencia, estos tenían 10 días para trasladar la apelación de la sentencia a la corte y se tardaron dos meses. Ahora que llega a la Secretaría de la corte, tiene que pasar a la Sala de lo Penal, hace un mes lo hicieron. Los plazos que la ley estipula no los cumple la corte.

PAG: ¿Ha identificado  obstáculos que detienen el acceso a la justicia en su caso?

GL: Pues yo creo que más que todos los argumentos que dan –en la Corte de Apelaciones- es que hay mucha demanda de casos. Sin embargo, he investigado al interior de la sala y tengo entendido que las personas de tercera edad tienen preferencia pero en mi caso es todo lo contrario. No sé a qué magistrado le han asignado mi caso pero de todas maneras es que si sé que como están en el proceso de elección de una nueva Corte Suprema, entonces no se van a arriesgar a fallar sobre un caso que les puede dañar su imagen o su hoja de vida,  y yo estoy segura de algo, yo no he hecho nada y si fallan a mi favor, pues sería un acontecimiento grande en la historia de la Corte pero no lo harán porque resulta que en la actual lista hay dos magistrados que aspiran a reelegirse. Con ello se demuestra que existe un obstáculo grande y es político.

PAG: ¿Cómo ha hecho para usted llevar todo este proceso desde que interponen la querella en su contra hasta la apelación de la sentencia?

GL:  Ha sido muy fuerte porque yo no me esperaba ser acusada en este caso porque realmente nos hemos dado cuenta que en este juicio no se han agotado las instancias por la lentitud que existe en los operadores de justicia porque en primer lugar el Ministerio Publico no investigó nada y resulta que si hubiera investigado se hubiesen dado cuenta ellos que cuando nosotras hicimos la denuncia y no se le dio trámite a la misma, no hicieron  nada ni ellos ni el Ministerio del Trabajo y mucho menos el Comisionado Nacional de Derechos Humanos (CONADEH).

 No teníamos otra alternativa que hacer la denuncia pública pero como no se investigó entonces nos llevó a esta acusación y para mí ha sido muy duro porque he hecho cosas peores en este país –se ríe mientras lo relata- desde mi paso por el sindicalismo. Pero en este caso nosotras seguimos todo el procedimiento y todo nos salió al revés, ahora lo difícil y lo duro es mantener la serenidad para que esta gente no nos lleve a una peor situación de la que ya tenemos porque estar esperando que le resuelvan un caso de que si una va o no a la cárcel, aún siendo inocente es como estar permanentemente con una espada en la cabeza.

PAG: Dado su papel de luchadora por los Derechos humanos en el país desde hace más de 30 años, ¿Por qué esta persecución judicial en su contra se dio en este momento y no en los años 80?

GL: Es que el deterioro ha ido creciendo en materia de derechos humanos y en aquella época eran persecuciones selectivas y hoy son masivas porque ya no se detienen ante nada, a este Estado ya no le importa la ley y vivimos en un país sin estado de derecho, no existe respeto por la ley y las autoridades no asumen su responsabilidad como determinante para fallar conforme a derecho. En aquella época de los 80 yo entiendo que eran militares y que ellos lo menos que respetan es la ley, solo demuestran obediencia a una autoridad,  aún si esta viola la ley, pero en este caso que se supone que ya existe autoridad civil como el Ministerio Público y la Corte Suprema de Justica entonces yo digo que esa obediencia, ese irrespeto a la ley significa que se fue introduciendo como un cáncer en el sistema de justicia el irrespeto a los derecho humanos.

PAG: ¿Su situación de seguridad en este momento como se encuentra?

GL: Pues muy mal, porque tengo que estar permanentemente cuidándome, estar cambiando de casa y horarios de salida y a veces ni salgo y tengo que quedarme encerrada. Hay vigilancia y persecución y hay algo más grave, por ejemplo yo denuncio cada hecho que me ocurre y la Fiscalía de Derechos Humanos en vez de investigar la denuncia, me investigan a mí. La última denuncia que hice dio como resultado que la fiscalía me quiere mandar a hacer una evaluación psiquiátrica para ver si tengo un daño y con ello persiguen a una y no a los denunciados, así está el deterioro de los derechos humanos.

PAG: ¿Qué significa para usted no haber conmutado la pena?

GL: Significa no aceptar que así como estas autoridades no respetan la ley,  yo no acepto conmutar porque significaría reconocer el irrespeto que se tiene por la ley y además yo no he hecho nada y el hecho de que no se hiciera el procedimiento correcto es el que me tiene en esta situación.

Por qué  le voy a reconocer al Estado una autoridad que no tiene, no la tienen  porque ellos mismos la han botado con su falta de aplicación de la justicia, entonces para mí es una cuestión de principios tener firmeza, claridad ante un problema político y frente a un Estado que no respeta porque no existe Estado de derecho.

PAG: El uso desde el poder de la difamación y la calumnia como herramientas penales ¿qué mensaje deja a la sociedad?

GL: Nos están diciendo ¡cállese!, acepta lo que dice la autoridad, más que todo una autoridad entre comillas ya que existe una jerarquía y con ello un abuso de poder, nos están criminalizando. Si usted habla, si usted denuncia, si usted protesta, si usted divulga,  entonces lo vamos a meter preso, es lo menos que le puede ocurrir,  pero pueden haber otros mecanismos de sometimiento y opresión para que no digamos nada y eso sí es grave en un país que dicen con mucho discurso que se respetan los derechos humanos y de respeto a las leyes, pero eso es una mentira. Entonces estamos en un discurso positivo al exterior pero al interior no hay ley y el gobierno criminaliza la voz de la que nos sentimos apropiadas,  de lo que pensamos y decimos.

PAG: ¿Las manifestaciones de apoyo hacia su caso de que forma han sido?

GL: Pues en este caso he sentido mucho respaldo de parte de las diferentes organizaciones de mujeres en el país, una ganancia que nos deja este caso es haber logrado la unidad del movimiento de mujeres y feminista en el país, no solo de Honduras sino a nivel internacional. Cuando tocan a una compañera, nos tocan a todas y respondemos todas. Vivimos en un mundo donde predomina el pensamiento machista y las mujeres no tenemos derecho a decir lo que pensamos. También destacar el respaldo y apoyo constante de las diferentes organizaciones defensoras de los derechos humanos.

PAG: ¿Y a nivel internacional…?

GL: Pues recibimos apoyo de la Red de defensoras Latinoamericanas, eso para nosotras ha sido muy fuerte porque se trata de América Latina, igualmente algunos países de Europa se manifestaron. Eso es muy ganancioso, el manifestar el repudio a un Estado que no respeta los derechos de las mujeres.

PAG: ¿Existe cabida para la mujer en el sistema de justicia hondureño?

GL: No, se pone más difícil este escenario para nosotras las mujeres. Existe por ejemplo una propuesta de reforma al Código Penal que cuenta con el patrocinio del presidente del Congreso y allí precisamente queda manifestado la persecución y el desconocimiento total de los derechos humanos de las mujeres, está criminalizando todo acto que vaya en defensa de nuestras garantías, así que nos espera una larga lucha para poder garantizar que quede establecido que el gobierno viola el derecho de las mujeres y que por otra parte nos negamos a que se nos siga desconociendo y podamos salir y andar por las calles de esta país con tranquilidad y justicia.