Representando a las estudiantes del MEU estaban Emmy Nohemy Jiménez y Kelin Johana Reyes, acompañadas por el Centro de Estudios de la Mujer Honduras, (CEMH), el Centro de Estudios y Acción para el Desarrollo, (CESADEH), el Centro de Derechos de la Mujer, (CDM), la Red Nacional de Defensoras de Derechos Humanos Honduras, el Movimiento Visitación Padilla, el Colectivo Josefa Lastiri, la Colectiva Matria, CLADEM-H y la Plataforma 25 de Noviembre.
En su comunicado narraron los acontecimientos acaecidos el viernes 01 de julio del presente año en la Ciudad Universitaria, la que fue rodeada y ocupada por al menos 400 elementos de la Policía Nacional, elementos COBRAS y Agentes de la Dirección Policial de Investigación, (DPI). Dicha acción se dio bajo la solicitud de las autoridades universitarias presididas por la Rectora Julieta Gonzalina Castellanos.
Denunciaron que en la acción se violaron los derechos humanos de seis universitarias, cinco conducidas a las instalaciones de la DPI para ser trasladadas al Juzgado y la otra joven fue desaparecida temporalmente, según su testimonio, la subieron a una patrulla y después de utilizar su astucia para llamar a su familia, los uniformados la dejaron en libertad.
Las jóvenes sufrieron golpes, agresión verbal y las expusieron al público como si “ellas fuesen delincuentes o hubieran cometido algún delito grave” y al ser trasladadas al Juzgado, las torturas y la pérdida de libertad se mantuvo por más de 30 horas.
Condenaron las acciones arbitrarias asumidas por la rectora de la UNAH, sus asesores y demás autoridades universitarias , por utilizar la fuerza, la violencia y la judicialización en contra de esas seis estudiantes; la actitud violenta e irrespetuosa de la policía que hizo uso de fuerza desmedida contra ellas, violentando sus derechos al despojarlas violentamente de los pañuelos que cubrían su cara y empleando brutalidad con que las lastimaron en las patrullas.
También reprobaron la actitud de la Jueza Karla Vásquez, quien ordenó que se les pusieran las chachas como “viles delincuentes cosa que no hacen con los verdaderos saqueadores del Estado y asesinos en el país, además, les impuso una medida arbitraria e inconsulta a los 24 jóvenes, lo que las feministas denominaron “Ley Mordaza”.
Aprovecharon la situación para mencionar la represión emprendida por las autoridades universitarias contra las y los catedráticos, que se presentaron en auxilio de sus alumnos, apoyándose en las organizaciones de derechos humanos allí presentes, para evitar mayores vejámenes y salvaguardar sus vida.
Reiteraron su condena por la captura, tortura y desaparición por más de seis horas de la universitaria Flor Raquel Euceda, quien estuvo en riesgo de perder la vida, situación de la cual responsabilizaron no solo a la policía, sino a las autoridades universitarias por el hecho.
Exigieron un alto a las medidas administrativas, represivas y criminalizadoras hacia las demandas de las y los estudiantes, que se les mantenga su inscripción en el sistema de registro y que las mismas no sean expulsadas de la máxima casa de estudios; el retiro de los requerimientos fiscales, de las órdenes de captura interpuestas en los órganos judiciales y que no se impongan medidas disciplinarias violatorias en sus derechos como estudiantes.
Demandaron la salida inmediata de las patrullas, agentes policiales y todo elemento armado de los predios del Alma Máter; que se reconozca la legítima representación del MEU y las asociaciones de estudiantes de las diferentes carreras y que de inmediato se proceda al diálogo sin condiciones, amplio, abierto y horizontal, preferentemente con la mediación de actores de reconocido prestigio y honorabilidad aceptados por ambas partes.
Gilda Rivera del CDM expresó su respeto para quienes se encuentran librando la lucha por la defensa de la educación superior, al mismo tiempo recordó la época de los años 80s en que fue estudiante.
Manifestó que las universitarias le transmiten la energía juvenil y que es una lección que le están dando a la sociedad hondureña de no dejarse vencer por el poder y que la perseverancia las llevará a hacer que les respeten sus derechos.
Testimonio
Pudieron escuchar el testimonio de Emmy Jiménez, una de las jóvenes judicializadas por participar en las tomas pacíficas de los predios de la Ciudad Universitaria; rememoró que la alerta del desalojo ese viernes oscuro se dio como a las cinco de la mañana que comenzaron a llegar los cuerpos de seguridad del Estado.
Los estudiantes del MEU están conscientes que es una lucha de poder, Jiménez exteriorizo que fue muy difícil en el Juzgado de la Granja porque debían tener conocimiento que al lado del lugar donde las colocaron, habían personas que de “verdad eran delincuentes”, y a ellas las enchacharon “por una lucha justa”, y al momento de ver que a sus compañeros les pusieron grilletes en sus pies “no podíamos contener la cólera”.
La joven calificó como abuso de autoridad el hecho de empujar a los periodistas y defensores de derechos humanos, para poder hacer con los estudiantes lo que quisieron en el momento de la detención, y hacia las personas nuevas en el movimiento estudiantil lo cual fue una situación traumática que vivieron ya que a las mujeres las tiraron a las patrullas y como habían dos menores de edad, ellas quisieron taparse la cara para no ser expuestas ante los medios de comunicación pero los policías groseramente les quitaron los pañuelos, camisetas o pañoletas con que se cubrían el rostro; además de gritarles groserías, frases que les daban a entender que no saldrían con vida de la DPI, reveló.
Ya en las instalaciones de la DPI las universitarias escucharon palabras de intimidación por parte de los agentes de la unidad de homicidios en donde las mantuvieron por espacio de 18 horas, como “allá afuera esta tu papá, trabaja en…”, “quien sabe que salgan de aquí”, “afuera nos vemos”, “en la calle nos encontraremos”, “ustedes no van a salir de aquí”, de manera que las muchachas sintieran desesperación en el momento de pensar que no volverían a ver a sus familias o que les podía pasar algo.
“La gente cree que nos cubrimos el rostro por miedo, pero quizás nos da miedo el aspecto de la represión, de que nos hagan lo que ya nos están haciendo, porque desde que nos subieron a la patrulla era una tortura psicológica, tenemos la universidad militarizada, pero aun así, no tenemos miedo”, aseguró Jiménez.
Emmy consideró que una de las ventajas para asimilar lo que les decían es que eran un grupo grande y los más fuertes de carácter apoyaban a los que en algunos momentos se quebraban por momentos y que una de las técnicas que usaron para mantener la cordura “fue la risa, cada vez que ellos nos intimidaban, nosotros nos reíamos, no les demostramos nada de miedo”.
Prosiguió que “tuvimos que mantener mucha fuerza y carácter, porque pesa más nuestro ideal de que todas las personas tienen derecho a la educación pública y es por esta causa tan justa que nos han estado vilipendiando” finalizó la universitaria.
El movimiento feminista, las organizaciones de mujeres y defensoras de Derechos Humanos se declararon en alerta permanente ante la grave situación y darán acompañamiento como lo han hecho hasta ahora, mientras el problema se resuelve, según aseguraron.