Según el Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), en Honduras una mujer es asesinada cada 18 horas. Las cifras preliminares indican que de enero al 30 de junio del 2018 se registran 127 muertes violentas y durante el 2017 se produjeron alrededor de 389 femicidios. En los últimos 15 años, los crímenes contra mujeres superaron los 5 mil 600, y el 90 por ciento de los casos siguen impunes.
El Centro de Estudios de la Mujer,(CEM-H), reveló que el 27 por ciento de las mujeres acepta que han sufrido violencia física en algunos momentos de su vida y según UNICEF en el 2016 casi 9 de cada 10 delitos contra la niñez, afectaron a las niñas.
Para Deysi Flores de JASS-Honduras, las cifras son alarmantes así como los índices de impunidad que predominan en Honduras.
Flores reflexionó diciendo que “por qué tenemos tantos índices de femicidios, porque al final si alguien mata a una mujer se sabe que lo más probable es que no se pague por eso”.
Para la defensora la violencia contra las mujeres en Honduras es un problema de salud pública, y no solo estoy hablando de la violencia física, estoy hablando de la violencia sexual, los índices de violencia sexual son terribles y además hay violencia estatal, por qué porque si se es víctima de violencia sexual ni siquiera puede acercarse, no se cuenta en los protocolos de atención de violencia sexual con la Pastilla de Anticoncepción de Emergencia, PAE.
Lo anterior significa que si una mujer está en los días fértiles y es víctima de una violación probablemente va a quedar embarazada y no hay ninguna forma de evitarlo”, indicó.
Según Flores “el femicidio es la expresión última de la violencia contra las mujeres, es violentar la vida, te maten por el solo hecho de ser mujer”.
Para la representante de JASS-Honduras es lamentable que la mayoría de los femicidas no estén pagando por eso y los datos son preocupantes a nivel nacional.
Crimen organizado
Sobre el crimen organizado y el papel del Estado en su combate señaló que “toda la política de seguridad y la guerra contra las drogas está comprobado a nivel regional que eso significa una guerra contra la población, son maquillajes que utilizan las personas que gobiernan los países sustentar la utilización de recurso, básicamente provenientes desde los Estados Unidos”.
Flores dijo que el no contrarrestar el narcotráfico es porque muchísimas veces el crimen organizado tiene infiltradas todas las instancias nacionales e internacionales, y muchas veces como en México donde se habla de narcoestado.
Agregó que en países como Honduras todas las políticas de mano dura contra el crimen organizado no son reales, son solamente, una pantomima, precisamente porque hay unos niveles de impunidad y de corrupción que no permiten llevar a cabo investigaciones veraces”.
Solidaridad
JASS-Honduras se solidarizó al igual con otras organizaciones feministas, con la directora de Medicina Forense, Julissa Villanueva, quien denunció ser víctima de amenazas el 01de julio anterior ante el Comisionado Nacional de los derechos Humanos (CONADEH).
“Ella ha denunciado la intimidación, no es una situación de si creemos o no creemos y ella está denunciando públicamente y creemos que hay que solidarizarse y este es un reflejo de la vulnerabilidad en que se encuentra todo el sistema de justicia del país que va ligado a los altos índices de impunidad”, destacó la entrevistada.
Asimismo dijo que si no tenemos un sistema de fiscales que ayuden y colaboren en la plena prueba, todos los asesinatos y los crímenes se quedarían impunes porque al final se pierden los fundamentos para acusar, la ley está basada en la presentación de pruebas y en la presunción de inocencia.
El Ministerio Público y Medicina Forense son partes claves para probar los delitos y judicializarlos, si no, pasa como el caso de Margarita Murillo o el de Berta Cáceres, en donde se violentan las escenas de los crímenes y todavía aún, con las respuestas que hay y con la gente que se ha atrapado, no existe forma de llegar a los verdaderos autores intelectuales de los asesinatos”, concluyó.